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Miercoles 01 de Junio 2011

Un estudio revela un incremento del 40 % en el riesgo de gliomas entre los usuarios que utilizan el móvil una media de 30 minutos al día.

Según la OMS, los campos electromagnéticos generados por las radiofrecuencias de este tipo de dispositivos son "posiblemente carcinogénicos".

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) han anunciado que el uso de teléfonos móviles entraña un "posible" riesgo de cáncer cerebral. Ambas organizaciones anunciaron ayer en Lyon que los campos electromagnéticos generados por las radiofrecuencias de este tipo de dispositivos son "posiblemente carcinogénicos para los humanos", por lo que deben reclasificarse en la categoría "2B".
La OMS y la IARC fundamenta la decisión en un estudio, con datos hasta 2004, que muestra un incremento del 40% en el riesgo de gliomas entre los usuarios habituales de móvil, esto es, aquellos individuos que utilizaron el dispositivo una media de treinta minutos al día en un período de diez años.
Si bien la OMS matiza que las evidencias del riesgo de glioma y de neuroma acústico son "limitadas" para los usuarios de móviles, dicha categoría refiere que existe "asociación positiva" verosímil entre la exposición al agente y el cáncer, sin perjuicio de que en el desarrollo de esta enfermedad participen otros factores de riesgo.
El responsable del grupo de trabajo constituido por la OMS y la IARC, Jonathan Samet, de la Universidad de Southern California, declaró que las pruebas reunidas hasta ahora "son lo suficientemente sólidas para la clasificación del tipo '2B'", una de las que suele utilizar la IARC para identificar los factores medioambientales que pueden aumentar el riesgo de cáncer en seres humanos, y entre los que se cuentan sustancias químicas, exposiciones laborales y agentes físicos y biológicos.
Desde 1971, la IARC ha analizado más de 900 agentes, de los cuales unos 400 han sido clasificados como carcinógenos o potencialmente carcinógenos para los seres humanos. En el primer grupo, el "1", la IARC incluye a los agentes para los que se tiene "evidencia suficiente" de que son carcinógenos para los seres humanos.

La conclusión del grupo de trabajo es que "podría haber algún riesgo y que, por lo tanto, tenemos que vigilar de cerca el vínculo entre los móviles y el riesgo de cáncer", añadió Samet.

Las principales conclusiones a que acaba de llegar la OMS se publicarán en una monografía de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer y en el número de julio de la revista The Lancet Oncology.

La amigdalectomía incrementa el riesgo de infarto de miocardio en un 44 por ciento y la apendicectomía en 33 por ciento


Madrid (4/6-6-11).- Investigadores del Departamento de Salud Pública del Instituto Karolinska en Estocolmo (Suecia) aseguran que quienes se someten a una operación quirúrgica antes de los 20 años para extirparles las amígdalas o el apéndice tienen más riesgo de sufrir un infarto en el futuro.
Así se desprende de un artículo publicado en el 'European Heart Journal', tras haber analizado los registros nacionales de salud de Suecia entre 1955 y 1970, en los que se encontraron casi 54.400 apendicectomías y 27.280 amigdalectomías en menores de 20 años.

Actualmente se estima que entre el 10 y 20 por ciento de los jóvenes se someten a una intervención para extirpar uno de estos dos órganos linfoides, componentes del sistema inmune humano, cuya importancia es "modesta". De hecho, en el pasado se solía extraer las amígdalas de los niños pequeños antes de que éstas provocaran infecciones.

No obstante, en las últimas décadas las recomendaciones es no extirparlas a menos que estén causando problemas persistentes en los menores, como sucede con el apéndice.

En el estudio se realizó un seguimiento de unos 23,5 años de media a aquellos jóvenes que se habían sometido a una de estas operaciones, para así determinar cuántos de éstos habían sufrido un infarto.

De este modo, pudieron observar que la amigdalectomía incrementaba el riesgo de esta dolencia en un 44 por ciento y la apendicectomía en 33 por ciento. Además, si se extirpan ambos órganos el riesgo es mayor mientras que, por contra, no se detectó un mayor riesgo de infartos en personas sin apéndice o amígdalas operadas después de los 20 años.

No obstante, los autores subrayan que al comparar el número absoluto de infartos en el estudio el riesgo se vuelve relativamente pequeño.

"Debido a la clara evidencia biológica y epidemiológica que vincula a la inflamación con enfermedad coronaria, podríamos pensar que la extracción quirúrgica de las amígdalas o el apéndice, con su consecuente efecto en la inmunidad, podría tener un efecto a largo plazo en esta enfermedad" explica el doctor Imre Janszky, autor del estudio.

Los investigadores creen que la extirpación de estos órganos quizás está causando un "complejo" efecto de largo plazo en el sistema inmune, que podría incluir una reducción en la producción de inmunoglobulina, que son los anticuerpos que utiliza el sistema inmune para identificar y combatir a organismos foráneos en el organismo, como bacterias y virus.



Una de las cosas más pesadas de leer cuentos a los niños es que a menudo quieren que les leas justo el mismo cuento, una y otra vez, una y otra vez, hasta que te lo aprendes de memoria. Y que ni se te ocurra cambiar ni una sola línea, o el niño no tardará en protestar. De algún modo, el niño parece sentirse confortable escuchando justo lo que espera escuchar.

Ahora, según un estudio de la Universidad británica de Sussex, dirigido por la psicóloga Jessica Horst, es esta repetición lo que acelera la adquisición del vocabulario. La investigación completa ha sido publicada en la revista Frontiers in Psychology.

El experimento consistió en exponer a dos grupos de niños de 3 años al aprendizaje de dos palabras nuevas. Cada una de ellas era una palabra inventada para designar un objeto desconocido, como por ejemplo "sprock" para referirse a un artículo manual empleado para mezclar comida.

Durante el plazo de una semana, uno de los grupos escuchó tres historias diferentes con estas palabras, mientras que el otro grupo escucho una única historia con las mismas palabras nuevas. Pasado ese periodo, se constató que los niños a los se había contado solo un cuento recordaban mejor las nuevas palabras que los niños a los que se había contado tres historias diferentes.

Señala Horst:

Sabemos que cuanto mayor es el número de libros que se tienen en casa, mejores son los resultados académicos de los niños, pero lo que no habíamos comprendido es cómo ocurre ese aprendizaje. (...) Lo que esta investigación sugiere es que lo importante no es el número de libros, sino la repetición de cada uno de ellos, porque es lo que propicia un mayor aprendizaje. (...) La primera vez puede ser sólo la comprensión de la historia, la segunda la percepción de los detalles y la descripción, y así progresivamente. Y si la nueva palabra se introduce en una variedad de contextos, como ocurrió con aquellos a los que se les leyeron tres cuentos diferentes, lo más probable es que los niños no logren concentrarse tanto en la palabra nueva.

En otras palabras, los niños no necesitan de grandes bibliotecas de libros distintos: se benefician de una exposición repetida a los que tengan.

 

Tras analizar a más de 470 mil personas en ocho países, incluyendo Estados Unidos, investigadores británicos encontraron que dormir muy poco o dormir demasiado, puede afectar el corazón, al aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular y ataque cardíaco. Los resultados del estudio fueron publicados recientemente en el European Heart Journal.

Los investigadores encontraron que las personas que duermen menos de seis horas por noche y tienen trastornos del sueño, tienen un 48 por ciento mayor de probabilidades de desarrollar o morir de una enfermedad cardíaca o accidente cerebrovascular y un 15 por ciento mayor de desarrollar o morir de un accidente cerebrovascular.

El Dr. Francesco Cappuccio, de la Escuela de Medicina de Warwick en Inglaterra y coautor de la investigación, señaló que "La tendencia de las últimas noches y madrugadas, es una bomba de relojería para la salud, por lo que necesita tomar las medidas necesarias para reducir su riesgo de desarrollar estas enfermedades que amenazan la vida.

Dormir menos de seis horas diarias, puede afectar el corazón



Por su parte, la Dra. Michelle Miller, co-autora del estudio, explicó que "el sueño de corta crónica produce hormonas y sustancias químicas en el cuerpo, que aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares y otras afecciones como la presión arterial alta y el colesterol, la diabetes y la obesidad.

Por lo anterior, dormir unas siete horas en la noche, protegería su salud y reduciría el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, aconsejó.



 

Aunque suene gracioso o extraño, diversos estudios y experimentos han demostrado una estrecha relación entre la salud y el amor. Se ha comprobado que los lazos de amistad, cariño y afecto, refuerzan la salud y la felicidad.

Algunos de los beneficios del amor en la salud son: mejora la atención, la motivación y la memoria. Hay una importante reducción de ansiedad, estrés y depresión. Fortalece el sistema inmune, hace desvanecer las arrugas y baja los niveles de hipertensión.

A continuación enumeramos algunos hallazgos que relacionan la salud y el amor:

Fortalece el sistema inmunológico. Las reacciones bioquímicas que experimenta el cuerpo de una persona cuando está en fase de enamoramiento ayudan a mejorar el estado de salud y contribuyen a "fortalecer el sistema inmunológico," según expertos. Con amor nuestra calidad de vida es mejor y tendemos a enfermarnos menos, ya que los sentimientos negativos se ven neutralizados por los positivos y nuestro organismo funciona mejor.

Influye en la rápida recuperación. Se ha visto que las personas enfermas que tienen a alguien que las ame y que esté pendiente de ellas, tienen una recuperación más rápida, que la de enfermos que no tienen el afecto de nadie.

Mejora la calidad de vida. Somos más proclives a enfermarnos y a deprimirnos cuando tenemos problemas y estamos solos. Sin embargo, el amor nos prolonga la vida. Sentirnos amados hace que los problemas se sientan más livianos con el apoyo de los demás.

Energía y estrés. Según expertos, el bienestar emocional que se siente al poder dar cariño y ayudar a los demás, hace que las personas sientan más energía y se combate el estrés.

Sensación de gran bienestar. Desde el punto de vista endocrinológico, el amor trae cambios para bien. Según señala el doctor Jesús Rocca, de la clínica Ricardo Palma, "lo primero que se liberan son las beta endorfinas, que se disparan cuando uno está enamorado, y son responsables de la sensación de gran bienestar.

El amor rejuvenece. "Las hormonas, el sistema nervioso y la piel, forman un triángulo muy estrecho, por eso la segregación de estrógeno en la mujer mejora el cabello, las uñas, el cutis", afirma el dermatólogo Sandro Tucto.

Menos visitas al doctor. Otro estudio concluye que las parejas que llevan más tiempo juntas realizan menos visitas al doctor. El psiquiatra Enrique Galli afirma que "las relaciones estables se resfrían menos que los solteros, mientras que las parejas de ancianos sufren menos dolor que los ancianos solitarios. Esto se debe a la segregación de hormonas que permiten una mayor resistencia al dolor".

Hacer el amor, beneficia la salud. Mantener una vida sexualmente activa y de forma segura, influye en nuestro estado físico y emocional y es muy importante para nuestra salud en general. Está comprobado científicamente que las personas que hacen frecuentemente el amor, se enferman menos y son más felices. Entre la lista de beneficios para la salud que se le atribuyen al sexo como actividad terapéutica figuran: sensación de bienestar, mejora la autoestima, hace lucir más joven, es un calmante natural del dolor, mejora las relaciones interpersonales, reduce el ronquido, fortalece el sistema inmunológico, aumenta la energía, alivia los síntomas de la depresión, la ansiedad y desórdenes psicosomáticos.

Así que ya lo sabe, puesto que el amor ayuda a curar, se recomienda auto medicarse una buena dosis de amor todos los días para vivir sanos y alegres

Miercoles 23 de Marzo 2011

Se han comprobado que produce lesiones neuronales en el córtex auditivo


.- Científicos del Instituto para Biomagnetismo y Análisis de Señales Biológicas de la Universidad de Munster, en Alemania, han comprobado que escuchar música regularmente a un volumen muy alto puede ocasionar daños en el cerebro.

En dicha investigación, dirigida por el psicólogo Henning Teismann, se ha medido la actividad neuronal en el córtex auditivo de un total de 13 personas, de entre 20 y 30 años, de los cuales había un grupo que durante años habían escuchado música a un volumen muy alto.

De este modo, observaron que estos adultos tenían afectado su sistema nervioso en esta región cerebral, ya que presentaban dificultades para filtrar ciertos sonidos cuando había un ruido de fondo y se les intentaba distraer.

Este déficit puede ser equilibrado si la persona se concentra mucho en escuchar, explica el investigador. Sin embargo, esta compensación de la falta de capacidad auditiva a través de la concentración no funciona de forma indefinida.

Según explica Teismann, estos son los primeros síntomas de las limitaciones que pueden sufrir estas personas en el futuro. Ya se han detectado en el cerebro, lo que muestra también que puede haber daños a medio y largo plazo si las personas no cambian sus costumbres.

Este hallazgo se une a otros estudios que se han venido realizando para comprobar los efectos para la salud de la música alta. Así, una investigación de la Universidad de Friburgo del año 2009 detectó que la música escuchada por auriculares a partir de 85 decibelios puede provocar severos daños en el sistema auditivo.


El Cancer Research de Reino Unido asegura que aproximadamente una de cada cuatro personas desarrollará adenomas a los 50 años, y cerca de la mitad a partir de los 70 años y cada año se diagnostican más de 38.000 nuevos casos


Madrid (5/7-03-11).- Investigadores de la Washington University School of Medicine, en Sant-Louis (Estados Unidos), aseguran que aquellas personas que llevan una vida activa y practican ejercicio habitualmente tienen hasta un tercio menos de probabilidades de desarrollar pólipos en intestino que, en un futuro, pueden derivar en cáncer.

Según las conclusiones de un estudio que se publica en British Medical of Cancer, las personas que hacer ejercicio con regularidad tenían un 16 por ciento menos probabilidades de desarrollar pólipos intestinales y un 35 por ciento menos propensas a desarrollar pólipos en fase avanzada.

Sin embargo, según la profesora Kathleen Wolin, una de las principales autoras de la investigación, la evidencia de este hallazgo muestra un vínculo claro entre el ejercicio y un menor riesgo de cáncer colorrectal.

Hay una serie de posibles vías de propagación, pero se desconoce qué es lo que influye exactamente, por ejemplo, podría ser el hecho de que el ejercicio reduce la inflamación intestinal, que a su vez se relaciona con estos tumores, afirma la experta.

Del mismo modo, añade Wolin, el ejercicio también reduce los niveles de insulina y mejora la respuesta del organismo a la hiperinsulinemia , lo que aumenta el riesgo de pólipos, a la vez que también mejora el sistema inmunológico.

Los autores recomiendan 30 minutos de actividad física cada día, junto con una dieta saludable y estilo de vida, para reducir su riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.



Martes 01 de Marzo 2011

Los descubrimientos sugieren que los niveles de triglicéridos deben incluirse en las directrices de la prevención del ictus que actualmente se centran en el colesterol total y niveles de colesterol LDL


Madrid (1-03-11).- Los niveles elevados de triglicéridos están asociados con un mayor riesgo de ictus isquémico en hombres y mujeres, según un estudio del Hospital Universitario de Copenhague (Dinamarca) que se publica en la edición digital de la revista Annals of Neurology. Los resultados del trabajo muestran que los mayores niveles de colesterol se asociaron con un mayor riesgo de ictus sólo en el caso de los hombres.

La evidencia médica sugiere que los triglicéridos elevados son marcadores de niveles elevados de restos de lipoproteínas, partículas similares a las lipoproteínas de baja densidad (LDL), que se piensa contribuyen a la acumulación de placas responsable de la aterosclerosis.

Según explica Marianne Benn, directora del trabajo, este estudio es el primero en comparar el riesgo de ictus con niveles muy elevados de triglicéridos con el riesgo con niveles de colesterol muy altos.

Se realizó un seguimiento a 7.579 mujeres y 6.372 hombres que participaban en el Estudio Cardiaco de la Ciudad de Copenhague, todos blancos y de ascendencia danesa, que fueron seguidos hasta 33 años.

Los resultados confirmaron en hombres y mujeres que los niveles elevados de triglicéridos se asociaban con un mayor riesgo de ictus isquémico. En las mujeres, los niveles de triglicéridos de entre 89 y 177 mg/dL conllevaban un riesgo relativo de 1,2 y los niveles de 443 mg/dL o superiores se asociaron con 3,9 veces más riesgo en comparación con mujeres cuyos niveles de triglicéridos eran de menos de 89 mg/dL. En niveles de triglicéridos similares los hombres tenían un riesgo relativo de entre 1,2 y 2,3. Los mayores niveles de colesterol no se asociaron con un mayor riesgo de ictus isquémico, excepto en hombres cuyos niveles de colesterol eran iguales a 348 mg/dL o más.




Normas generales del uso de medicamentos durante la lactancia:
- Evitar al máximo el uso de medicamentos innecesarios, incluidos aquellos que se dispensan en la farmacia sin necesidad de receta médica.
- En general, aquellos medicamentos que estén indicados en la infancia, podrán ser administrados también a la madre lactante.
- Extremar la precaución en aquellos bebés nacidos pretérmino, pues la inmadurez de sus funciones excretoras pueden llevar al acúmulo de medicamentos en el organismo.
- Tomar, de ser necesario, el medicamento justo después de lactar. Con ello dejamos tiempo para que se elimine de nuestro organismo entre tomas.
- Evitar medicamentos de vida media prolongada, así como formas retard, prolong....
- Utilizar siempre aquellos medicamentos de los que tengamos más experiencia de uso.

- Medicamentos contraindicados durante la lactancia:
- Amiodarona: ya que puede comportar toxicidad pulmonar y tiroidea.
- Anticolinérgicos: Pues inhiben la lactancia.
- Antineoplásicos (quimio): Por el evidente riesgo de citotoxicidad.
- Bromocriptina: Inhibe la lactancia (de hecho, es la sustancia que utilizamos para retirar la lactancia cuando la madre solicita que ésta sea artificial.
- Ciclosporina (inmunosupresores): Por el riesgo de inmunosupresión.
- Cloramfenicol: Riesgo de anemia aplásica.
- Derivados ergóticos: Pueden inhibir la lactancia.
- Estrógenos: Disminuyen la producción de leche.
- litio: Se ha descrito algún caso de hipotonía en lactantes.
- Metronidazol: Riesgo de mutaciones en animales.
- Quinolonas: Riesgo de afectación de articulaciones en niños.
- Sales de oro: Alteraciones renales, hepáticas y hematológicas.
- Tetraciclinas: Alteraciones en la coloración del esmalte dentario.
Vamos a hacer un repaso por familias de medicamentos, indicando, en cada grupo, cuáles son los medicamentos más seguros durante el período de lactancia:

- Analgésicos y antiinflamatorios: Los más seguros son Paracetamol e Ibuprofeno, habida cuenta de la cantidad tan baja que pasa al lactante, de su vida media de eliminación corta y de que, de hecho, son los antitérmicos que solemos utilizar en estos grupos de edad. Otros AINEs o la Aspirina no cuentan con la experiencia de uso de éstos dos; por lo que deberíamos obviarlos.

- Antimigrañosos: Si son imprescindibles, mejor utilizar los de vida media más corta (sumatriptán), y suspender de forma temporal la lactancia (al menos, durante 12 horas después de la toma del medicamento).

- Anticonceptivos: Están contraindicados los anticonceptivos combinados (estrógeno + gestágeno) durante las seis semanas posteriores al parto. Se recomienda, en todo caso, si es posible, utilizar anticonceptivos a base sólo de gestágeno. Se sabe que los combinados pueden disminuir la cantidad de leche producida.

- Antidepresivos: Se recomiendan, entre los ISRS, la sertralina y la paroxetina, pues, pese a eliminarse por la leche materna, los niveles alcanzados en ésta son mínimos. Deberíamos evitar Citalopram, escitalopram y Fluoxetina por su vida media más larga, y porque se han descrito más efectos adversos en lactantes. El bupropion pasa a la leche materna y puede dar lugar a convulsiones en el lactante, por lo que hemos de evitarlo.

- Ansiolíticos e hipnóticos: Se recomienda utilizarlos únicamente de forma esporádica, y sobre todo, los de vida media muy corta (Lorazepam y lormetazepam). Evitar su utilización de forma crónica, por riesgo de sedación, letargia y disminución del peso del lactante, por disminución de la ingesta.

- Antiepilépticos: Si han de utilizarse, deberíamos priorizar Ácido Valproico y Carbamazepina, que se excretan en menor medida por la leche materna, y, pese a haberse descrito alteraciones hepáticas por carbamazepina, y anemia y trombocitopenia por ácido valproico; son medicamentos de los que disponemos de más información que de etosuximida, fenobarbital, lamotrigina, primidona, topiramato, gabapentina, pregabalina y zonisamida (evitarlos).

- Antibióticos: Amoxicilina, Amoxicilina/Ác clavulánico y cefalosporinas de 2ª generación son seguros. Eritromicina también. Existe alguna duda sobre la azitromicina. Tanto las tetraciclinas (por riesgo de inhibición del crecimiento óseo y de alteración de la coloración de los dientes) como las quinolonas (alteraciones articulares en época de crecimiento), deberían evitarse. El metronidazol debería evitarse; pero, si no podemos hacerlo, y se trata de dosis única, hemos de interrumpir la lactancia durante 24-48 horas. La utilización tópica vaginal de metronidazol, sin embargo, se considera aceptable, si no existen alternativas.

- Antivirales de la gripe A: Oseltamivir y Zanamivir no están contraindicados durante la lactancia.

- Antiácidos y antiulcerosos: Los antiácidos no sistémicos (almagato y magaldrato) y el sucralfato son seguros, si se toman de forma ocasional (apenas se absorben). Entre los antihistamínicos, la famotidina es la que se absorbe en menor proporción, y es segura si se utiliza ocasionalmente. Los inhibidores de la bomba de protones deberían ser evitados.

- Laxantes: Utilizar los no absorbibles (incrementadores de bolo: fibras, plantago...). La lactulosa también es segura. Evitar, no obstante, las antraquinonas, ya que pueden producir diarrea en el lactante.

- Antihipertensivos: Metildopa, captopril y enalapril apenas pasan a la leche materna, y son seguros en este período. Del resto de IECAs y ARA II no se dispone de información. Los diuréticos (hidroclorotiazida y clortalidona) pueden favorecer la disminución de la producción láctea (evitarlas). De elección, sin embargo, quedarían los betabloqueantes (Propranolol, Metoprolol y labetalolo), pues pasan poco a la leche. Y entre los antagonistas del calcio, nifedipina, verapamil y diltiazem pasan poco a la leche, por lo que pueden considerarse seguros. No así la amlodipina ni la felodipina, dado que tienen una vida media mayor, y pueden dar más problemas.

- Hipolipemiantes: Evitar estatinas y fibratos. Sobre el resto de fármacos apenas hay información, por lo que deberíamos evitarlos.

- Inhaladores: Cortis inhalados y salbutamol/terbutalina (pese a que estos dos pueden provocar irritabilidad en el neonato) son seguros. Los anticolinérgicos deberían evitarse (riesgo de inhibición de la lactancia).

- Catarros: Codeína, dextrometorfano, a dosis bajas, y durante períodos breves de tiempo, parecen seguros. También lo son, a dosis bajas y autolimitadas, los antiH1 nuevos: Loratadina, cetirizina o desloratadina. Mejor no usarlas de forma prolongada, por riesgo de disminución de la producción de leche, y de somnolencia por parte del lactante.

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