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La enfermedad de Graves, trastorno en el que la glándula tiroides produce más cantidad de lo necesario de la hormona tiroides, es 5 a 10 veces más común entre las mujeres que los hombres.  La edición de febrero de "Mayo Clinic Women's HealthSource" trata sobre la enfermedad de Graves, los síntomas, diagnóstico y alternativas de tratamiento.

La enfermedad de Graves es un trastorno autoinmune en el cual el sistema nervioso ataca la tiroides, glándula en forma de mariposa que se ubica en la base del cuello.  Como resultado de esto, la tiroides produce excesiva cantidad de dos hormonas que participan en la regulación del metabolismo (manera en la que el cuerpo emplea la energía).  Ante el exceso de hormonas tiroideas, las funciones corporales pueden ir a toda marcha, provocando síntomas y señales como irritabilidad, palpitaciones cardíacas, dificultad para dormir, cansancio, pérdida de peso, sensibilidad al calor, ansiedad, cambios en los ciclos menstruales, defecación frecuente y agrandamiento de la glándula tiroides.

La enfermedad de Graves puede presentarse a cualquier edad, pero lo más común es antes de los 40 años.  A pesar de que la enfermedad de Graves sólo rara vez es mortal, si no se la trata, puede derivar tanto en problemas cardíacos como en debilidad y fragilidad ósea.  El diagnóstico se basa en un examen, antecedentes médicos y análisis de laboratorio.

A continuación se mencionan algunas alternativas de tratamiento.

Medicamentos antitiroideos: los fármacos como el metimazol (Tapazole) evitan que la tiroides produzca exceso de hormonas.  Después de un tratamiento de uno a dos años, en algunas personas la producción de la tiroides recupera la normalidad y ya no se necesita más tratamiento.

Terapia con yodo radioactivo: este tratamiento, que consiste en tragar un líquido, destruye las células tiroideas para que la tiroides produzca menos hormonas.  Como resultado, la tiroides es menos activa de lo normal y, por ello, es necesario tomar hormonas tiroideas sintéticas de por vida.  En la mayoría de personas adultas, esta terapia se considera de bajo riesgo.

Cirugía: el cirujano extirpa la mayor parte de la glándula tiroides.  Igual que en el caso anterior, es preciso tomar hormonas sintéticas durante el resto de la vida.  La cirugía se recomienda para casos en los que no se toleran los medicamentos antitiroideos o en quienes no funcionó la terapia con yodo radioactivo.

¿Qué es?

La diabetes es una enfermedad crónica que aparece debido a que el páncreas no fabrica la cantidad de insulina que el cuerpo humano necesita, o bien la fabrica de una calidad inferior. La insulina, una hormona producida por el páncreas, es la principal sustancia responsable del mantenimiento de los valores adecuados de azúcar en sangre. Permite que la glucosa sea transportada al interior de las células, de modo que éstas produzcan energía o almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria. Cuando falla, origina un aumento excesivo del azúcar que contiene la sangre (hiperglucemia). De hecho, el nombre científico de la enfermedad es diabetes mellitus, que significa "miel".

 

 

Causas

La diabetes afecta al 6% de la población. Las posibilidades de contraerla aumentan a medida que una persona se hace mayor, de modo que por encima de los setenta años la padece alrededor del 15% de las personas. Es esencial educar a los pacientes para que controlen su diabetes de forma adecuada, ya que puede acarrear otras enfermedades tanto o más importantes que la propia diabetes: enfermedades cardiovasculares, neurológicas, retinopatía (afección ocular que puede conducir a la ceguera) o nefropatía (enfermedad del riñón). El momento de aparición de la enfermedad, así como las causas y síntomas que presentan los pacientes, dependen del tipo de diabetes de que se trate.

  • Diabetes tipo 1. Las edades más frecuentes en las que aparece son la infancia, la adolescencia y los primeros años de la vida adulta. Acostumbra a presentarse de forma brusca, y muchas veces independientemente de que existan antecedentes familiares. Se debe a la destrucción progresiva de las células del páncreas, que son las que producen insulina. Ésta tiene que administrarse artificialmente desde el principio de la enfermedad. Sus síntomas particulares son el aumento de la necesidad de beber y de la cantidad de orina, la sensación de cansancio y la pérdida de peso.
  • Diabetes tipo 2. Se presenta generalmente en edades más avanzadas y es unas diez veces mas frecuente que la anterior. Por regla general, se da la circunstancia de que también la sufren o la han sufrido otras personas de la familia. Se origina debido a una producción de insulina escasa, junto con el aprovechamiento insuficiente de dicha sustancia por parte de la célula. Según qué defecto de los dos predomine, al paciente se le habrá de tratar con pastillas antidiabéticas o con insulina (o con una combinación de ambas). No acostumbra a presentar ningún tipo de molestia ni síntoma específico, por lo que puede pasar desapercibida para la persona afectada durante mucho tiempo.
  • Diabetes gestacional. Se considera una diabetes ocasional. Se puede controlar igual que los otros tipos de diabetes. Durante el embarazo la insulina aumenta para incrementar las reservas de energía. A veces, este aumento no se produce y puede originar una diabetes por embarazo. Tampoco tiene síntomas y la detección se realiza casi siempre tras el análisis rutinario a que se someten todas las embarazadas a partir de las 24 semanas de gestación.

Síntomas de Diabetes

Entre los principales síntomas de la diabetes se incluyen:

  • Frecuencia en orinar (fenómeno de la "cama mojada" en los niños).
  • Hambre inusual.
  • Sed excesiva.
  • Debilidad y cansancio.
  • Pérdida de peso.
  • Irritabilidad y cambios de ánimo.
  • Sensación de malestar en el estómago y vómitos.
  • Infecciones frecuentes.
  • Vista nublada.
  • Cortaduras y rasguños que no se curan, o que se curan muy lentamente.
  • Picazón o entumecimiento en las manos o los pies.
  • Infecciones recurrentes en la piel, la encía o la vejiga.
  • Además se encuentran elevados niveles de azúcar en la sangre y en la orina

Prevención

Para la diabetes tipo 1 no existe ningún método eficaz por el momento. En cambio, está comprobado que la de tipo 2, que es la que aparece con más frecuencia, al estar relacionada con la obesidad se puede tratar de evitar en gran medida adoptando unos hábitos de vida saludables:

  • Evitando el sobrepeso y la obesidad.
  • Realizando ejercicio físico de forma regular. - Abandonando el tabaco y las bebidas alcohólicas.
  • Siguiendo una dieta alimentaria sana. Para prevenir las hipoglucemias, los diabéticos deben tener en cuenta lo siguiente:
  • Ajustar las dosis de los medicamentos a sus necesidades reales.
  • Mantener un horario de comidas regular en la medida de lo posible;
  • Tomar cantidades moderadas de hidratos de carbono antes de realizar ejercicios extraordinarios;
  • Llevar siempre azúcar consigo. En cuanto aparezcan los primeros signos de hipoglucemia, hay que tomar azúcar (2 o 3 terrones), galletas (de 3 a 5 unidades) o beber un vaso (150 ml) de alguna bebida que contenga hidratos de carbono de absorción rápida (zumos de frutas, cola, etc.). Los síntomas suelen pasar en 5 o 10 minutos. Si la hipoglucemia es grave o la persona pierde la conciencia, es necesario inyectarle una ampolla de glucagón por vía subcutánea (igual que la insulina) o intramuscular (en la nalga). El glucagón moviliza las reservas de glucosa del organismo y hace efecto en unos 10 minutos. Si no hay recuperación, el afectado debe recibir asistencia médica inmediata.

Tipos de Diabetes

Diabetes Mellitus tipo 1 mediada por procesos autoinmunes:

  • Está causada por la destrucción autoinmune de las células del páncreas.
  • Representa la mayoría de los casos de diabetes mellitus tipo 1.
  • Lo normal es que aparezca en niños o adultos jóvenes, pero también puede darse en otras edades.
  • Suele comenzar de forma brusca.
  • Los factores de riesgo no están bien definidos, pero se sabe que están implicados en su aparición factores genéticos, autoinmunes y ambientales.
  • Habitualmente el peso es normal o por debajo de lo normal, aunque la presencia de obesidad no es incompatible con el diagnóstico.
  • Los pacientes son propensos a sufrir otras alteraciones del sistema inmunitario.

Diabetes Mellitus tipo 1 idiopática:

  • Se desconoce la causa que la provoca. Sólo pertenece a esta categoría una minoría de pacientes con diabetes tipo 1, la mayoría de origen africano y asiático.
  • Existe un importante factor hereditario y no se dan alteraciones del sistema inmunitario.
  • En los pacientes, la necesidad de insulina puede aparecer y desaparecer.

Diabetes Mellitus tipo 2:

  • Aunque puede aparecer a cualquier edad, es habitual que comience en la edad adulta, después de los 40 años.
  • Se caracteriza por la resistencia a la insulina y usualmente se asocia a un déficit relativo de producción de esta sustancia por el páncreas.
  • La obesidad está presente en el 80 por ciento de los pacientes.
  • El riesgo de desarrollar esta forma de diabetes aumenta con la edad, el peso y la falta de actividad física. Es más frecuente en mujeres con antecedentes de diabetes gestacional y en individuos con hipertensión o trastornos en el metabolismo de la grasas.
  • Representa el 90-95 por ciento del total de casos de diabetes mellitus.
  • Los pacientes no precisan insulina, aunque pueden requerirla para conseguir controlar el nivel de glucosa.
  • Está frecuentemente asociada con una fuerte predisposición genética, aunque este factor es complejo y no está claramente definido.

Diabetes gestacional:

  • Comienza o se diagnostica por vez primera durante el embarazo.
  • Aparece en entre un 2 y un 5 por ciento de los procesos de gestación.
  • Habitualmente, la paciente recobra el estado de normalidad tras el parto.
  • Las mujeres con diabetes gestacional tienen, a corto, medio o largo plazo, mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
  • Los factores de riesgo para la diabetes gestacional son la obesidad y los antecedentes familiares.

Otros tipos de diabetes:

Existen otros tipos de diabetes originados por un mal funcionamiento de las células del páncreas o de la insulina que éstas fabrican, por problemas de metabolismo, etc. Muchas veces estas disfunciones están causadas por defectos genéticos, drogas, infecciones u otras enfermedades.

 

Diagnósticos

Se establece el diagnóstico de diabetes cuando una persona tiene valores anormalmente elevados de azúcar en la sangre. A menudo se controlan los valores de azúcar en la sangre durante un examen anual de rutina o durante una exploración clínica que se realiza antes de la incorporación a un nuevo empleo o de la práctica de un deporte. También pueden realizarse análisis para determinar la posible causa de síntomas como aumento de la sed, la micción o el hambre, o si existen factores de riesgo característicos como antecedentes familiares de diabetes, obesidad, infecciones frecuentes o cualquier otra complicación asociada con la diabetes.

Para medir la concentración de azúcar en la sangre se obtiene una muestra de sangre del paciente, quien deberá estar en ayunas por lo menos 8 horas antes de la prueba, pudiéndose también obtener después de comer. Es normal cierto grado de elevación de los valores de azúcar en la sangre después de comer, pero incluso entonces los valores no deberían ser muy elevados. En las personas mayores de 65 años es mejor realizar la prueba en ayunas, dado que los ancianos tienen un mayor incremento de las concentraciones de azúcar en la sangre después de comer.

Hay otra clase de análisis de sangre, llamado prueba de tolerancia oral a la glucosa, que se realiza en ciertos casos, como cuando se sospecha que una mujer embarazada tiene diabetes gestacional. En esta prueba se obtiene una muestra de sangre en ayunas para medir el valor de azúcar y se suministra a la paciente una solución especial para beber, la cual contiene una cantidad estándar de glucosa. Durante las 2 o 3 horas siguientes se obtienen varias muestras de sangre.

Tratamientos

El tratamiento de la diabetes mellitus se basa en tres pilares: dieta, ejercicio físico y medicación. Tiene como objetivo mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de la normalidad para minimizar el riesgo de complicaciones asociadas a la enfermedad. En muchos pacientes con diabetes tipo II no sería necesaria la medicación si se controlase el exceso de peso y se llevase a cabo un programa de ejercicio físico regularmente. Sin embargo, es necesario con frecuencia una terapia sustitutiva con insulina o la toma de fármacos hipoglucemiantes por vía oral.

  • Fármacos hipoglucemiantes orales. Se prescriben a personas con diabetes tipo II que no consiguen descender la concentración de azúcar en sangre a través de la dieta y la actividad física, pero no son eficaces en personas con diabetes tipo I.
  • Tratamiento con insulina. En pacientes con diabetes tipo I es necesario la administración exógena de insulina ya que el páncreas es incapaz de producir esta hormona. También es requerida en diabetes tipo II si la dieta, el ejercicio y la medicación oral no consiguen controlar los niveles de glucosa en sangre. La insulina se administra a través de inyecciones en la grasa existente debajo de la piel del brazo, ya que si se tomase por vía oral sería destruida en aparato digestivo antes de pasar al flujo sanguíneo. Las necesidades de insulina varían en función de los alimentos que se ingieren y de la actividad física que se realiza. Las personas que siguen una dieta estable y una actividad física regular varían poco sus dosis de insulina. Sin embargo, cualquier cambio en la dieta habitual o la realización de algún deporte exigen modificaciones de las pautas de insulina. La insulina puede inyectarse a través de distintos dispositivos:
  • Jeringuillas tradicionales, de un solo uso, graduadas en unidades internacionales (de 0 a 40).
  • Plumas para inyección de insulina. Son aparatos con forma de pluma que tienen en su interior un cartucho que contiene la insulina. El cartucho se cambia cuando la insulina se acaba, pero la pluma se sigue utilizando.
  • Jeringas precargadas. Son dispositivos similares a las plumas, pero previamente cargados de insulina. Una vez que se acaba la insulina se tira toda la jeringa. El nivel de glucosa en sangre depende de la zona del cuerpo en que se inyecta la insulina. Es aconsejable que se introduzca a través del abdomen, los brazos o muslos. Penetra más rápidamente si se inyecta en el abdomen. Se recomienda inyectar siempre en la misma zona, aunque desplazando unos dos centímetros el punto de inyección de una vez a otra. Hay que evitar las inyecciones en los pliegues de la piel, la línea media del abdomen y el área de la ingle y el ombligo.

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