El pescado es un alimento saludable que aporta múltiples beneficios a nuestro organismo. En la alimentación infantil, podemos empezar ofreciendo pescado blanco hacia los nueves meses o el año, y pescado azul unos meses después.
Los niños suelen aceptar bien este alimento por su textura, aunque quizá al principio les cueste acostumbrarse a su sabor, diferente a leche, cereales, fruta, verdura y carne, que es lo que han venido tomando hasta ahora. Hemos de probar a dárselo poco a poco, mezclado con verduras, para que vaya aceptando su sabor.
Como veremos, se recomienda comenzar con los pescados menos grasos, los blancos, como lenguado, merluza o pescadilla, para pasar después al pescado azul, con más grasas (atún, pez espada...).
Pasemos a ver detenidamente cuáles son los beneficios del pescado en la dieta, así como el momento de introducción y la manera de prepararlo para la alimentación del bebé.
Edad de introducción del pescado en la alimentación infantil
Hay mucha variedad de recomendaciones acerca de la edad idónea de introducción de pescado en la dieta infantil.
El pescado puede empezar a ofrecerse, según la AEPED, a partir de los nueve meses y no anteriormente porque que los bebés lo toleran mal (retrasa el vaciamiento gástrico, puede producir reacciones alérgicas y contienen sustancias tóxicas como mercurio y ácido bórico).
Sin embargo otras asociaciones retrasan la introducción del pescado a los 12, a los 18 meses e incluso hasta los tres años de edad (por ejemplo, la Asociación Americana de Pediatría)
Muchos autores, dado que es difícil conocer los antecedentes familiares y habiendo casos de alergia, recomiendan ofrecer los alimentos potencialmente alergénicos, entre ellos el pescado (también leche de vaca, huevos, frutos secos, soja...), a los 12 meses para todos los niños.
Como ya indicáramos en la guía de introducción de la alimentación complementaria, la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) indica que el bebé con alergia o con alto riesgo de padecerla deberá esperar a los tres años.
En esos casos, se debería empezar por el pez espada o emperador, bonito o atún (aunque estas especies se recomiendan de tamaño pequeño, porque los grandes acumulan mercurio que también es desaconsejado), lenguado y otros peces planos y finalmente bacalao y merluza, que son los que más alergias provocan.
Se suele diferenciar entre pescado blanco y pescado azul. La AEP nos dice que se inicia con pescado blanco que tiene menos grasa, alternándolo con la carne (pollo, vaca, ternera, cordero, hacia los 9-10 meses). El pescado azul, más graso, se introduce después, hacia los 18 meses.
Beneficios del pescado en la alimentación
El pescado previene enfermedades cardiovasculares, reduciendo el riesgo de arritmias y coágulos, y es una importante fuente de yodo.
El yodo es vital para el desarrollo de los niños, y organizaciones como la OMS y UNICEF afirman que la carencia de yodo es la principal causa de lesiones cerebrales durante la infancia.
Por ello la erradicación de los trastornos provocados por la carencia de yodo constituye una prioridad mundial en salud pública. Hoy en día, prácticamente todo el yodo se encuentra en los océanos y la principal y casi exclusiva fuente de este mineral son los alimentos de origen marino, como el pescado.
Además el pescado es una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico y, como la carne, es una buena fuente de hierro y zinc.
Los ácidos grasos del pescado azul (trucha, caballa, atún, sardinas, arenque, salmón...) tienen una gran proporción de poliinsaturados de cadena larga Omega 3, importantes para el desarrollo neuronal y el de mar es una buena fuente de yodo. Los ácidos Omega 3 han mostrado sus beneficios de muchas formas.
Todos los tipos de pescado contienen algo de ácidos grasos Omega 3, pero el pescado azul contiene más que el pescado blanco (bacalao, merluza...).
El pescado además disminuye los niveles de triglicéridos y mejora la salud arterial. Hay estudios que relacionan el consumo habitual de pescado con una reducción de los riesgos de sufrir demencia, cáncer de próstata o de útero.
En general en el mercado de la mayoría de países existe rica tradición pesquera y posibilidades de acceder al pescado fresco incluso cuando no se tenga cerca el mar, por lo que siempre estará a nuestro alcance este alimento tan saludable que podemos preparar de maneras diferentes, empezando por las papillas del bebé.
Modo de preparación del pescado en la alimentación del bebé
El pescado que daremos al bebé ha de ser cocido (fresco o congelado). El pescado congelado
tiene el mismo valor nutritivo que el fresco. El pescado ahumado, crudo y enlatado en conserva no es adecuado para bebés y niños pequeños.
El pescado crudo tiene riesgos de transmitir al niño (y adulto) la parasitación o alergia debido al Anisakis, un parásito en forma de gusano que anida en mamíferos marinos, peces y crustáceos, y además no es tan fácilmente digerible como el pescado cocinado.
El pescado se debe introducir en la dieta del bebé triturado y en pequeñas cantidades que iremos aumentando progresivamente. A los 9-10 meses ya se puede dejar la papilla menos triturada, con trocitos pequeños, pues el bebé empieza a conocer nuevas texturas y a practicar la masticación.
Cocinaremos el pescado que ofrezcamos al bebé al vapor, hervido o al horno, sin añadir sal ni especias. La papilla de pescado además añadirá verduras variadas, también cocinadas, excepto las que se recomiendan después de los 12 meses si el niño no tiene aún esa edad.
Antes de que el bebé tome el puré de pescado se puede añadir una cucharadita de aceite de oliva en crudo, y después del año una pizca de sal.
Hemos de ser cuidadosos a la hora de extraer las espinas, escogiendo los trozos que menos lleven (normalmente los lomos no llevan, aunque puede ser que haya alguna) y desmenuzando el pescado, si es necesario con las manos, para detectar cualquier pequeña espina que pueda haber quedado.
En cuanto el bebé se acostumbre al sabor del pescado acabará aceptándolo como un alimento más de su dieta. Así, desde bien pequeñitos, se sientan las bases de unos hábitos alimenticios saludables