Así que no está de más hacer una revisión a nuestra forma de hacer a la hora de alimentar a nuestros hijos y para ello, encontramos en la web Comedores Saludables, de la que os hablamos hace unos días, los errores más frecuentes en la alimentación infantil, y son estos:
El primer error se puede cometer si se introduce la leche de vaca en la alimentación de nuestro hijo antes de que cumpla el año, ya que lo más conveniente es que se alimenten con leche materna y si no es posible, con fórmula infantil, que a pesar de que está basada en la leche de vaca, está tratada y se le han cambiado los tipos de grasa, aumentado las proporciones de proteína, carbohidratos, vitaminas y minerales.
Siempre nos han metido en la cabeza que la leche ayuda a crecer y fortalecer los huesos, y esto puede llevar a muchos padres a proporcionar un exceso de productos lácteos a sus hijos, siendo un máximo de tres las raciones diarias recomendadas.
Los problemas que pueden surgir de esta sobrealimentación de lácteos son varios, como el escaso hierro que estos productos aportan así como la dificultad que produce el calcio para que el organismo absorba este necesario mineral. También los derivados lácteos son una fuente de grasas animales ricas en ácidos grasos saturados, restan apetito y pueden provocar dolor abdominal. No olvidemos que muchos de los postres lácteos aportan también una buena dosis de azúcares. Así que intentemos olvidarnos de dar flanes, natillas, etc., de postre a nuestros hijos, lo mejor es una pieza de fruta, precisamente la vitamina C ayuda a asimila el hierro de los alimentos que se han introducido en la comida.
Un gran error es pensar (y creer en los anuncios comerciales) que dando un zumo envasado a nuestro hijo, estamos sustituyendo la ración de fruta. Ya un zumo natural priva al organismo de la fibra de la fruta, pues los zumos envasados además contienen azúcares y vitaminas artificiales. Se trata de un preparado muy energético que carece de nutrientes esenciales y que generalmente aportan mucho menos de un 10% de fruta. Ni que decir tiene que los refrescos no son nada recomendables.
Otro tema es el desayuno y los cereales azucarados o chocolateados que tanto gustan a los niños hasta el punto de que consumen más de lo recomendado, sea por su sabor o por los dibujitos del envase. La verdad es que son golosos, pero a pesar de tener como base el trigo, el arroz o el maíz, están cargados de azúcar, miel o chocolate, lo que aumenta su energía pero no los nutrientes esenciales.
Tampoco es beneficioso para los niños el consumo de bollería, pan de molde, etc. Son productos que por ser blanditos frenan su desarrollo bucodental, no trabajan dientes, mandíbulas, músculos de la cara y la masticación, no fortalecen sus dientes y encías y encima, al ser ricos en azúcares, propician la caries. También aportan grasas añadidas, así que nada mejor que tomar fruta y pan del día.
Como siempre hemos dicho, hacer partícipes a los niños en la cocina y en la elección y manipulación de los alimentos que se van a tomar, es beneficioso, pero no se les puede dar total libertad, pues seguramente elegirían una alimentación poco equilibrada y saludable, les encantan los alimentos muy salados o muy dulces, así que tenemos que darles a elegir entre algunas posibilidades dentro de nuestros planes alimenticios, ya que somos lo que sabemos qué necesitan comer.
Demos una vuelta a nuestra despensa, frigorífico y por supuesto al frutero. Pensemos en la salud de nuestros hijos y no en satisfacer sus caprichos, démosles ejemplo y cuidemos todos nuestra alimentación, la educación alimentaria es una asignatura delegada a los padres.
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