Las chucherías están tan instaladas en el día a día de muchos niños y familias que en muchas ocasiones las consideramos un alimento más. Sin embargo, las chucherías deberían ser un "alimento" ocasional debido a sus características nutricionales.
Bien dulces o bien saladas, las chucherías que suelen constituir tentempiés, aperitivos o postres, cuentan con una composición que no las hace demasiado recomendables. Caramelos, regalices, chicles, patatillas... se sitúan en lo alto de la pirámide nutricional, donde aparecen los alimentos superfluos y ocasionales.
Éstos son diez datos sobre las chucherías que deberíamos tener en cuenta antes de ofrecer un caramelo o un aperitivo salado a los niños.
1) Las golosinas aportan mucha energía, pero pocos nutrientes. Por eso, a veces se dice que son "calorías vacías", es decir, que ayudan a aumentar de peso pero no a crecer. Por ello, es preferible elegir otros alimentos que el organismo de los pequeños necesita para crecer saludablemente.
2) No aportan nutrientes esenciales. Su contenido proteico es pobre y lo mismo puede decirse del contenido en vitaminas o minerales que es prácticamente inexistente o poco significativo.
3) Además, en las chucherías suelen emplearse sustancias añadidas que contribuyen a aumentar su atractivo (sabor, color...). Estos aditivos en ocasiones son de dudosa calidad y procedencia.
4) Algunas chucherías presumen de su contenido en leche (barritas o dulces de chocolate con leche...) pero, aunque la contengan, muchas veces va acompañada de gran cantidad de grasa y azúcar.
5) Las chucherías hacen disminuir el apetito a la hora de las comidas. Por ello son especialmente perjudiciales en los niños poco comientes.
6) Las chucherías saladas tampoco son saludables. Los aperitivos salados son productos hechos generalmente a base de cereales, con cantidades variables de grasa y sal. Su composición nutricional suele incluir una pequeña cantidad de proteínas, alrededor de un 45% de hidratos de carbono y de un 50% de grasas, en algunos casos poco saludables.
7) Como hemos señalado en la introducción, deben consumirse sólo de forma ocasional. Si acaso, se puede tratar de fijar un día especial, como las fiestas o cumpleaños, o elegir los fines de semana como momento en el que se permita comerlas. Aunque tampoco conviene que se utilicen como un premio.
8) De acuerdo, vamos a comer golosinas. Pero no queremos acordarnos de ello pronto en el dentista... Hay que asegurarse de que los dientes se lavan también y especialmente después de comer golosinas, no sólo después de las comidas, pues su alto contenido en azúcar hace que constituyan un riesgo de caries. Y es que las chucherías contienen, en muchas ocasiones, azúcares simples. Estos azúcares son fermentados por las bacterias de la placa dental y contribuyen a la formación de caries.
9) Es conveniente que los adultos limiten la cantidad de golosinas y aperitivos salados que se comen en su familia. Hay que acostumbrar a los niños a que no gasten el dinero en golosinas o no las acepten de desconocidos.
10) Una regla de oro consiste en no tenerlas en casa que junto a la otra regla, la de dar ejemplo como padres, ayudará a que las chuches no sean vistas como algo habitual.
Las chucherías y golosinas han empezado a preocuparme, en el sentido de que veo que están al alcance de mi hija mayor muy a menudo. Pero tampoco es una obsesión, y me gusta saber que somos sus padres los que controlan el acceso a las chuches (casi siempre), y que la estamos educando para que entienda que no son lo mejor para ella, que las tiene que consumir con moderación por su salud, y que existen otras alternativas deliciosas.
Por ello me recuerdo a mí misma estos diez datos que todos deberíamos saber sobre las chucherías que probablemente también interesarán a otros padres
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