VINO Y CERVEZA: BUENOS PARA LA SALUD CON MODERACIÓN

Imagínate que esta noche tienes que preparar una cena con familia o amigos. Seguro que el vino y la cerveza no faltarían en tu mesa, ¿verdad? Y es que el consumo moderado de estos dos productos es habitual en un gran número de culturas, incluida la mediterránea. De hecho, son uno de los productos más emblemáticos de esta dieta, como reconocen la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Un consumo moderado de vino se asocia a una disminución de entre un 30 y un 40% del riesgo de sufrir enfermedades coronarias. Este efecto positivo del vino sobre la salud se ha relacionado con la capacidad antioxidante
de ciertos componentes como el resveratrol, que ayudan a reducir el índice de colesterol "malo" (LDL) y, además, actúan sobre las plaquetas y la coagulación sanguínea.

Otra sustancia similar, el pterostilbeno, puede dificultar el crecimiento de las células cancerosas gracias a su capacidad antioxidante: así lo sostiene un estudio avalado por la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (Fivin).

Pero eso no es todo: el vino puede ser eficaz también en la prevención de la diabetes e incluso el alzheimer.
 

Es una de las bebidas alcohólicas más consumidas en todo el mundo. Su poder refrescante es su mejor virtud, pero tampoco se deben olvidar sus cualidades nutricionales. La cerveza aporta vitaminas del grupo B y acido fólico, minerales como el silicio y otras sustancias con propiedades antioxidantes. ¿El resultado? Tomarla con moderación ayuda a retrasar el envejecimiento celular y disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de cáncer. Además facilita la digestión, estimula el apetito y tiene un efecto diurético. Otro de sus puntos fuertes es que aporta fibra soluble, que combate el estreñimiento y contribuye a reducir la incidencia de cáncer de colon.

En cantidades moderadas, la cerveza favorece el incremento de colesterol "bueno" (HDL) y, gracias a esto, se reduce el riesgo de infarto de miocardio y de ictus. Parece ser también que un consumo moderado de cerveza o vino podría disminuir las posibilidades de infección por helicobacter pylori, una bacteria implicada en enfermedades como la úlcera duodenal o el cáncer gástrico.

 

Para la OMS, el consumo de alcohol no debe superar los 30 g al día para el hombre y los 24 g para la mujer. Se deben tomar como máximo dos vasos de vino y una cerveza al día. Los efectos son favorables si el consumo es diario (no puedes acumularlo durante el fin de semana) y siempre y cuando sigas una dieta equilibrada y hagas ejercicio físico regularmente.

Además, debes tener en cuenta que tanto el vino como la cerveza tienen un contenido energético importante. La mayor parte proviene de su proporción de alcohol. Así:

Por último, ten en cuenta que no todo el mundo puede tomar alcohol: su consumo está contraindicado ante ciertos trastornos, la toma de fármacos o un embarazo.