Se trata de un repliegue de la mucosa que va desde la base de la boca hasta la lengua a nivel de su línea media en su cara inferior. Este repliegue puede ser sólo mucoso, fibroso e incluso muscular, pudiendo sujetar la lengua a la base de la boca.
Al nacer, la lengua es corta y el frenillo tirante, pero al crecer el niño la lengua se hace más fina y larga. El frenillo también se alarga con el uso y por lo tanto la verdadera lengua ligada es muy rara.
A veces también se observa un frenillo a nivel de los dientes incisivos centrales superiores, el cual produce una separación entre ellos. Este frenillo no suele producir un espacio muy importante y mejora al salir los dientes de los lados; ocasionalmente si esto no fuera así y la separación se mantuviera, podría realizarse tratamiento ortodóncico y cortarlo.
El frenillo verdadero es realmente muy poco frecuente y excepcionalmente será capaz de producir tirantez e inmovilidad de la lengua, dando problemas a la hora de mamar e incluso con posterioridad a la hora de hablar. Solamente lo consideraremos importante en el caso de que la punta de la lengua no pueda sobresalir más allá de los dientes o del borde de las encías o cuando la punta de la lengua tenga una muesca cuando el niño saque la lengua al máximo.
Tener la lengua con un menor movimiento no suele ser causa de problemas para el habla y menos para una alimentación (succión) correcta. Por este motivo, únicamente en los raros casos antes citados de frenillo verdadero, se podrá pensar en cortar el frenillo. Esta intervención no deberá realizarse nunca antes del año de edad (mejor entre los 2-3 años de edad), pues puede tener problemas de hemorragia, infección o que deje un tejido cicatricial residual
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